Máscaras o cuando el deseo del analista no alcanza


Autor: Lic. Verónica Icasuriaga - Actualizado el 8 de mayo de 2020

Acuden a la entrevista los padres de Thiago, con una derivación médica por “enuresis y encopresis primaria”

El diagnóstico que me entregan está dirigido a otra profesional de Capital, ante lo cual explican que buscaron alguien que “les fuera más cómodo”, razón por la cual le solicitan mi teléfono a una amiga cuyo hijo está en tratamiento conmigo.

Cuentan que su hijo tiene cinco años y es adoptado, desde bebe. Su padre es quien “no tiene la cantidad de esperma necesaria”, para ser padre biológico, explica la madre y “por eso acepto la adopción de Thiago”.

Cuando el niño recién había cumplido un año le detectan a ella, cáncer de mamas, el cual sume a su esposo en una profunda depresión.

Le realizan una cirugía de vaciamiento ganglionar y quimioterapia durante tres años.

Hace unos meses, se encuentra mejor, con un estricto control médico.

La única intervención espontanea del esposo en la entrevista es para explicar que, su absoluta preocupación es el trabajo y hacerse de un colchón económico, por si a su esposa le resurge el cáncer.

El resto de la entrevista está mirando su celular, desconectado del discurso de su esposa, y ante mis preguntas responde monosilábicamente, visiblemente molesto por ser incluido.

Deja claramente estipulado no tener tiempo (¿ni deseo?) para su hijo.

Para la madre a partir del momento que surge el cáncer no hay registros claros de lo que sucedía con el niño, ella dice “todo es una gran confusión”.

El único acontecimiento recordado, es la adopción de Renzo, cuando Thiago tenía 3 años.

Ante mi pregunta de que los llevo a tomar esa decisión en un momento de salud tan difícil, la madre dice “quería un segundo hijo”.

Thiago acude al consultorio pidiendo que “Hagamos mascaras, una de hombre y otra de mujer” juego que repite en varias sesiones”.

Junto al “hacer mascara”, agrega el juego de las adivinanzas, la palabra en la cual él pensaba y yo tenía que adivinar era siempre “papá”. (¿Hacemos mascaras pensando en Papá?,)

Me detengo un momento a pensar que en la clínica con niños los puntos de insistencia, son puntos de detención de un recorrido que sé está construyendo y tiene relación con el lugar particular que se le atribuye al niño en relación con los significantes familiares.

La siguiente sesión arma su familia, durante el juego él y su papá intercambian lugares frente a la madre (¿uno puede ocupar el lugar del otro? ¿Un lugar en el Otro?)

Aclaro que cada muñeco tiene un lugar y es desde ese lugar que puede jugar.

Comienza a pedirme que llame a su papá para decirle “que no quiere hacerse mas pis y que le pida que juegue con él, a la pelota” (¿qué le pida al padre que le dé pelota?)

Este pedido se va convirtiendo en enojo.

Realizo diferentes solicitudes a los padres de una entrevista, la madre no quiere venir sin su esposo y como él está ocupado no puede “perder tiempo”.

Le realizo al padre varias llamadas telefónicas en las cuales él no puede atenderme (¿ni escucharme?) “porque está ocupado” Ante la imposibilidad de estos padres de “escuchar sobre su hijo” comienzo a pensar en un corte del tratamiento.

Ante la demanda de Thiago de mas-caras, solo aparecen mascaras-das.

Deja de venir porque es internado por un virus desconocido que le provoca fiebre muy alta (¿del enojo a la calentura?). Posterior a la internación que dura aproximadamente diez días, la madre me avisa que se van ella y el esposo una semana a Miami “para descansar porque el esposo la ve agotada y está preocupado” .

Al regreso llama pidiendo un nuevo horario para su hijo, el cual no doy, pidiéndoles a cambio una entrevista con ellos. Luego de incontables dificultades, “porque el esposo estaba con mucha actividad y no se podía dar el lujo de perder un trabajo, como le paso en la entrevista anterior ¿qué perdió me pregunto el papá cuando vino a la entrevista anterior y no puedo darse el lujo de volver a perder?

Finalmente acordamos, día y horario para una entrevista con ambos padres.

Al consultorio concurre la madre sola, contándome que el niño no se hace mas caca, que durante la internación no se hizo pis (quien lo cuidaba a la noche en la clínica era el padre, ya que tenía miedo que su esposa se volviera a enfermar con el esfuerzo).

Ella dice que sabe que su hijo mejoró con el tratamiento, pero han decidido que lo deje “porque no pueden pagar más” (¿qué es lo que estos padre no pueden seguir pagando? ¿Las entrevistas son mas-caras ahora?)

Siguiendo a E.Porge pienso que “la neurosis ordinaria sustituirá en el niño a una neurosis de transferencia no resuelta, dirigida en principio hacia un objeto parental que no sostiene más de la transferencia en el niño”.

El punto de ruptura de la transferencia en uno de los padres es ese punto en que ya no es buen entendedor, donde no escucha mas la división del sujeto en su mensaje, justamente ahí donde sería importante que la escuche.

Este desfallecimiento asigna al analista, cuando es solicitado, a re-establecer una transferencia puesta a prueba.

Es una transferencia indirecta que aspira a sostener la transferencia sobre la persona que de entrada se rebeló inepta para soportarla.

Las intervenciones del analista sobre la ubicación de los padres frente a la neurosis del niño son tan o más importantes que sus intervenciones directas sobre esta neurosis.

Bajo la luz de lo mencionado me gustaría abrir interrogante ahora sobre ¿Es posible “escuchar” a un niño si no hay objeto parental dispuesto a que le sea restablecida la transferencia?

Según Jose Attal en Transferencia y fin de análisis con niños el analista tiene que soportar de alguna manera lo que se podría llamar una transferencia familiar, la puesta en juego de los padres instituye al analista en un doble lugar: es el sujeto supuesto saber para el niño, porque es el sujeto supuesto saber para sus padres.

En el caso de los padres de Thiago, que clase de sujeto supuesto a saber instituían –destituían en la analista? Institución en tanto traían-dejaban a su hijo, pero destitución en el rechazo a la escucha, en la obturación de la transmisión.

El saber textual se encuentra situación en un doble nivel, nivel del niño y de los padres, es necesaria una doble escucha, Attal manifiesta la imposibilidad de conducir una cura con un niño no queriendo saber nada del discurso que los padres tienen sobre él.

Imposibilidad de tratamiento sin inclusión de los discursos parentales.

En el recorte clínico la imposibilidad de escucha, “el no queriendo saber” se ubica desde los padres y no desde la analista. Pero como ya sabemos con el deseo del analista no alcanza.

Muchas gracias.



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