Urgencia y riesgo suicida en la clínica psicoanalítica
Autor: Lic. Hebe B. Bussolari - Actualizado el 13 de marzo de 2009
Urgencia y riesgo suicida en la clínica psicoanalítica
Cuando en psicoanálisis hablamos de urgencia, estamos hablando de urgencia subjetiva.
Que se produzca una urgencia subjetiva implica que ha habido una ruptura en la realidad del paciente. De pronto, algo ha irrumpido desestabilizando lo que hasta ese momento se mantenía en cierto equilibrio. Al decir de Freud, algo habría roto la homeostasis.
La urgencia puede tratarse de un ataque de pánico, la desestabilización o el desencadenamiento de una psicosis, una alucinación histérica o un actino-out, un pasaje al acto o la aparición reiterada o sorpresiva de ideaciones suicidas. Distintos fenómenos que pueden darse en diferentes estructuras.
No toda urgencia implica un riesgo suicida, sin embargo hay que ser siempre muy cauteloso, porque es un estado de pérdida de parámetros que incluye al sujeto en su relación a los otros, a su pensamiento, a su medio e incluso a su propio cuerpo.
La urgencia puede presentarse con diferentes caras: desde un sujeto que queda sumido en la inmovilidad y el mutismo, en un estado de inhibición absoluta a otros que se presentan con una impulsividad y una agresión que pone en peligro su vida o la de otros.
Si decimos que se trata de algo del orden de la ruptura debemos intentar localizar qué es lo que ha irrumpido provocando ese sufrimiento agudo.
En el caso en que el paciente presenta una ausencia de demanda o incluso de palabra, será indispensable el trabajo previo con la familia para ubicar algunos parámetros: antecedentes, sucesos inmediatamente anteriores, datos históricos, etc.
Otra dimensión importante a tener en cuenta es la del tiempo. En la crisis la sensación de que no hay tiempo invade al sujeto. Por eso en la primera entrevista es importante hacer presente esa pausa que abre camino a la palabra. Comenzar a armar una red ahí donde todo aparece desarticulado. Darle al paciente el tiempo que no tiene, el tiempo que de pronto ha perdido. Preguntar por qué vino, qué le pasó, por qué a nosotros, cómo llegó; ir entramando algo que permita historizar el suceso que provocó la crisis. Crear un espacio donde la demanda pueda ir abriéndose paso.
El analista deberá buscar el modo de detener el estado de inminencia que invade al sujeto, de lo contrario, él también entrará en urgencia y esto le imposibilitará poder trabajar.
Dice Francois Leguil: “El analista que se enfrenta a una crisis no tiene por qué ser un hombre de vuelta de todo, pero sí un hombre de vuelta de su propia “urgencia”. El haber llegado al término de su propia “urgencia” le ha enseñado que es precisamente porque uno nunca le hace frente a todo, que habrá siempre... urgencias.”
Algo que no debemos olvidar cuando tenemos una primera entrevista de urgencia, es que no sabemos sobre el paciente, no sabemos sobre su estructura y esto nos obliga a ir con cuidado.
Siguiendo a Lacan, podemos decir que la pausa que abriremos es la del tiempo de comprender. Posibilitar al sujeto un decir acerca de su sufrimiento para que no precipite el momento de concluir, como sucede en el pasaje al acto.
En la urgencia, el padecimiento irrumpe como algo ajeno y la intervención del analista irá en la vía de subjetivar ese sufrimiento. Que el sujeto pueda reconocerse allí donde dejó de verse. Al apropiarse de su sufrimiento pasará a hacerse responsable de sus actos, apropiándose de su propia historia y de su posición de goce.
Para lograr este pasaje hacia la responsabilidad por sus propios actos debemos sacar al paciente de la victimización. A veces será complicado lograr esto, porque hay situaciones en las que llegan muy ubicados en el lugar de víctimas y pueden estar siendo realmente objeto de violencias, lo que hace que este lugar esté socialmente avalado. Sin embargo, el analista buscará el punto en que el sujeto y su goce se ponen allí en juego, para que comience a hacerse cargo de la toma de decisiones.
Ya Freud nos prevenía contra el furor curandis, y en los pacientes en riesgo suicida debemos mantenernos especialmente alertas, ya que la presión del entorno y de la inminencia del pasaje al acto, pueden arrastrar al analista hacia allí.
En el Seminario 7 “La Ética del psicoanálisis”, Lacan se refiere a los peligros de buscar hacer el bien. Dirá: “La dimensión del bien como tal, es la que levanta una muralla poderosa y esencial en la vía de nuestro deseo, es la primera con la cual tenemos que vérnosla siempre y en todo momento.”
Nos propondrá, no una ética de los bienes sino del deseo, y ésta será la que debe guiar nuestra acción.
En el momento de la urgencia el deseo se encuentra colapsado, se tratará entonces de abrir allí una brecha que le permita desplegarse y volver a alojar al sujeto.
En el Seminario 3, Lacan indica: Comiencen por creer que no comprenden. Partan de la idea del malentendido fundamental.
Es ésta una indicación importante, ya que si nos dedicamos a comprender dejamos de analizar, dejamos de leer lo que el sujeto dice más allá de lo que enuncia.
En algunos casos, la instalación de la transferencia se dificulta. Hay pacientes que se presentan invadidos por una sensación de anonadamiento que los lleva a rechazar toda intervención por la vía de la palabra... Se niegan a hacerse responsables de su decir y se encierran en la certeza del “no hay otra solución”. Esta certeza no es, muchas veces, la certeza psicótica sino la posición neurótica de víctima, víctima de una situación o un destino en el que no quiere saber nada de que algo le concierne.
Pacientes que llegan ubicados en un lugar de goce que hace presente el silencio pulsional ligado a la pulsión de muerte. Momento de arrasamiento que deja al sujeto coagulado, sin palabras que le permitan metonimizar su deseo.
Cuando la pregunta se dirige a alguien que queda ubicado en el lugar de sujeto supuesto al saber, eso que aparecía como extraño comienza a cobrar una dimensión subjetiva y aparece la angustia.
Psicoanalíticamente, deberíamos preguntarnos si hay una especficidad alrededor de estos pacientes, si existe la suicidología.
Según la suicidología, la intervención suicidológica es la acción asistencial, diseñada y ejecutada por un profesional o equipo especializado que, basado en los conceptos suicidológicos, produce un cambio subjetivo en el o los sujetos de una red de pertenencia, cuando se ha puesto en marcha el proceso suicida.
Desde el psicoanálisis, podemos pensar que todo análisis debe llevar a un cambio de posición del sujeto que lo demanda y que como consecuencia, habrá inevitablemente cambios en su red de pertenencia, por lo tanto quedaría difuso el concepto de especificidad.
Sin embargo, también es cierto que estos pacientes nos enfrentan, a vaces de un modo abrupto, a la invención de intervenciones y estrategias que no utilizaríamos en otros casos.
Es por esto, que pensar la clínica del paciente en riesgo suicida, nos da la oportunidad de trabajar algunos conceptos psicoanalíticos desde otra perspectiva.
Lic. Hebe Bussolari
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