¿Una infancia aterrada?




Autor: Lic. Verónica Icasuriaga - Actualizado el 25 de febrero de 2009

¿Una infancia aterrada?
El discurso cultural de cada época da cuenta de un momento histórico determinado, favorece ciertas idealizaciones, determina conceptos de normalidad o patología, fija conceptos de lo licito y lo ilícito, etc.

En nuestra contemporaneidad la ferocidad del discurso capitalista determinó una de las mayores crisis económicas. Crisis que ha llevado a la marginalidad a la mitad de la población, potenciando la falta de sostén simbólico que el Otro social debe brindar a los ciudadanos.

Fernando Ulloa ha llamado “cultura de la mortificación” a aquella situación estable donde la calidad de vida y las condiciones de trabajo de una población han disminuido sensiblemente produciendo efectos en los sujetos del orden del sufrimiento y la intimidación que vividos cotidianamente terminan siendo asumidos como “normales”.

El sujeto niega que existan esas condiciones adversas vivenciando familiarmente lo siniestro.

Lacan señala la dependencia estructural del sujeto humano de la organización familiar, la cual transmite la posibilidad de la constitución subjetiva, lo que llevó en las últimas décadas a replantear el estatuto de la infancia, manteniendo la conexión con la historicidad que le es propia.

Contemporáneamente podríamos decir que asistimos a una importante desubjetivización, el sujeto contemporáneo esta inmerso en el desamparo simbólico.

Para el psicoanálisis infancia es el tiempo en el que se juegan ciertas operaciones fundantes, tiempos constitutivos donde cobra valor el juego, que evidencian movimientos entre el sujeto y el Otro, que le servirá para anudar la estructura.

Pero si no hay quien encarne el lugar del Otro, ese espacio se desmaterializa, es un vacío, se abre un abismo para el sujeto quien queda en una situación de desamparo, una de sus consecuencias es un incremento de la violencia de una forma feroz e insensata.

Esta situación social con la cual conviven los niños y adolescentes de hoy, manifiesta una transformación en sus gustos e intereses, de tal forma que el terror en su forma literaria o fílmica ha invadido sus predilecciones.

Si bien es cierto que esta temática también ha estado presente en los cuentos tradicionales, hay características diferenciales entre el temor que provoca en los niños la bruja de Blanca-Nieves y el conocido Chuky.En los cuentos tradicionales, a los que podemos llamar “cuentos de advertencia”, los relatos tenían como finalidad alejar a los niños del peligro y planteaban de modo breve y claro un problema existencial para el niñoLos personajes estaban bien definidos, tanto el bien como el mal tomaban cuerpo en forma bien diferenciadas.En general el modelo de identificación en estos cuentos se hallaba representado por el héroe, quien poseía valores y conductas positivas.El destino de estos héroes convencía al niño de que como el héroe, el mismo podría encontrarse perdido y abandonado en el mundo pero que como ellos su vida iría siendo guiada paso a paso y recibiría ayuda en el momento oportunoEl tiempo y espacio del relato siempre era en un tiempo y espacio indeterminado, recuerden como casi siempre empezaban “Erase una vez....” o “En un lejano país.....”Podemos decir que el mundo de los cuentos abandona desde el principio la realidad., no contradiciendo nunca la realidad del niño, desde el inicio transmite la idea de que su argumento no son hechos tangibles ni personas reales.A diferencia los cuentos y películas de terror actuales no ubican al lector en un tiempo indeterminado, ni ofrecen soluciones consoladoras o finales felices donde los “buenos siempre ganan”.Por lo contrario ubican al lector en una realidad concreta, familiar, segura, cotidiana, habitada por personajes tan vulnerables como el mismo niño y en situaciones tan factibles como su propia realidad, sobreviniendo súbitamente algo de lo inesperado.En cuanto al protagonista de los cuentos de terror, tiene por lo general un destino cargado de circunstancias agobiantes, en las cuales se encuentra desamparado.

El mayor terror es cuando la indefensión de la victima es absoluta.En estas narraciones el final abierto en la mayoría de las veces, expone al espectador a una confrontación directa entre lo que para la subjetividad del niño era inaceptable y se podría volver posible.

¿Por qué los niños demandan estas producciones?

Porque si bien los cuentos y películas de terror existen desde hace mucho, lo nuevo es que la demanda ahora es hecha por niños y púberes cuando antes era una demanda que provenía de los adultos.¿Podríamos pensar que es un fenómeno cultural actual?La vida actual es un riesgo, el solo hecho de volver sanos y salvos a casa es una preocupación cotidiana de los adultos, los valores sociales se han desmoronado y en los conflictos sociales “los buenos” muchas veces pierden.El terror invade nuestra cotidianeidad, desde los noticieros, los cuales aún no están en un horario de protección al menor, vemos a diario noticias de asesinatos, violencia y malestar, hay un incremento de la descomposición social que generan desprotección y deshumanización, los niños conviven con la muerte y el peligro.Hoy en día los niños no crecen ya dentro de los límites de seguridad que ofrecía una extensa familia o una comunidad bien integrada.Los paradigmas de seguridad se desmoronan frente a nuestra mirada. Desde la globalización vimos como las torres gemelas eran atacadas y derrumbadas, se generó una guerra internacional en Irak con información falsa brindada al mundo por quienes se auto-denominaron defensores de la verdad y la justiciaDesde lo nacional hemos vivido el terrorismo de estado, bombas en la AMIA y la Embajada de Israel.

Vivimos en la actualidad una gran crisis social y económica internacional y nacional cuyas consecuencias será para muchos la desocupación y lo que es peor también la indefensión. La inseguridad de las leyes nos han dejado en desamparo simbólico, lo que brindaba garantía a la subjetividad se quiebra.Ya no hay reglas - ¿Será por esto que los niños demandan y disfrutan con el terror?Sigmund Freud ya nos hablaba en su texto “El malestar en la cultura” de “la vida como nos es impuesta resulta gravosa: nos trae dolores, desengaños, tareas insolubles. Para soportarla no podemos prescindir de calmantes. Los hay de tres clases, poderosas distracciones, que nos hagan valuar en poco nuestra miseria, satisfacciones sustitutivas, que la reduzcan y sustancias embriagadoras que nos vuelvan insensibles a ella”La creación artística, dentro de lo cual ubicamos a los cuentos y películas de terror, es una satisfacción sustitutiva, no transforma la realidad pero es muy efectiva psíquicamente para los niños, los cuentos de terror permiten la tramitación de cantidades de excitación de un modo eficaz, le permite al niño codificar experiencias, y lo pre-viene, es decir le permite pre-venirse antes que los hechos sucedanEn el artículo “Lo siniestro” publicado en 1919 Freud intenta dar cuenta de este sentimiento que a diferencia de la angustia pertenece al orden de lo terrorífico.Freud destaca que desde la noción de lo entrañable y lo hogareño se desarrolla el concepto de lo siniestro como aquello sustraído a los ojos, secreto, es para Freud todo aquello que debería haber quedado oculto y sin embargo se manifiesta.Aterroriza aquello que debería haber quedado reprimido y que sin embargo irrumpe, lo siniestro seria aquella suerte de espanto que afecta las cosas conocidas y familiares.Lo siniestro se da frecuente y fácilmente, cuando se desvanecen los límites entre fantasía y realidad, cuando lo que habíamos tenido por fantástico aparece ante nosotros como tal.Es bueno aclarar en estas instancias que un texto o una película no es lo mismo que un hecho, solo los hechos traumatizan en el sentido de que actúan directamente sobre el psiquismo sin tramitación.Cuando no hay un un velamiento a la intrusión de lo real en la infancia, hay una falla en la tramitación simbólica en la infancia, es necesario que lo real en la infancia cuente con una mediación parental, solo en este caso lo real podrá ser acotado y metabolizado.Para finalizar quisiera decir que si ante el avance de lo terrorífico sea del orden de lo real o de lo simbólico no hay un velamiento paterno, la ineficacia de la contención y el sostén hacen que los niños encuentren cada vez menos de donde asirse, poniendo a prueba el limite de su estructura, debiendo operar cada vez mas precariamente con sus posibilidades de invasión de lo real sobre el psiquismo infantil.

Esperamos sus inquietudes.



Lic. Verónica Icasuriaga:

Cel: 15-6591-7379
Lic_icasuriaga@yahoo.com.ar




BIBLIOGRAFÍA
Vasen Juan
¿Post-mocositos? Presencias, fantasmas y duendes en la clínica con niños y jóvenes de hoy Lugar Editorial
Freud S.
“Lo siniestro” – Obras Completas de S. Freud.Serrone A
“Los cuentos de Terror” – Sus efectos en el psiquismo infantil.
Narvaja Editor. Bettelheim B
“Psicoanálisis de los cuentos de Hadas” - Editorial Crítica





Listado completo >>